
Ciberseguridad en la Administración Pública: ataques, riesgos y cómo proteger lo que importa
26 de junio de 2025Durante décadas, el antivirus fue el núcleo de la estrategia de ciberseguridad en empresas y organismos. Representaba la primera línea de defensa frente al malware, y su presencia era sinónimo de cumplimiento básico. Sin embargo, en el contexto actual, esta tecnología ha perdido protagonismo y ya no responde de forma eficaz a las amenazas modernas.
Este artículo analiza el declive del antivirus tradicional, su evolución hacia soluciones más avanzadas y cuál es su lugar en un ecosistema de seguridad integral.
Limitaciones estructurales del antivirus tradicional
El modelo original de los antivirus se basa en el reconocimiento de firmas: el sistema detecta y neutraliza código malicioso identificando patrones conocidos. Este enfoque resulta insuficiente frente a las amenazas actuales, que operan bajo dinámicas mucho más sofisticadas:
- Malware polimórfico y metamórfico, capaz de reescribirse automáticamente para evadir la detección por firmas.
- Técnicas fileless, que se ejecutan en memoria y no dejan rastro en el disco.
- Abuso de herramientas legítimas del sistema (LOLBins) para llevar a cabo acciones maliciosas sin ser detectadas.
- Ataques dirigidos y persistentes, diseñados específicamente para superar soluciones de protección convencionales.
Además, la ventana de tiempo entre la aparición de una nueva amenaza y su inclusión en las bases de datos de firmas es, en muchos casos, crítica. Este desfase operativo convierte al antivirus tradicional en una medida reactiva, limitada y fácilmente superable por atacantes con conocimientos técnicos medios o altos.
El antivirus como función, no como solución
El antivirus no ha desaparecido, pero ha cambiado de rol. Hoy forma parte de suites de protección más amplias, integradas en soluciones que responden a una arquitectura moderna de ciberseguridad. Entre estas tecnologías destacan:
- NGAV (Next-Generation Antivirus): Se basa en análisis de comportamiento, aprendizaje automático y reputación de archivos, sin depender exclusivamente de firmas.
- EDR (Endpoint Detection and Response): Ofrece monitoreo continuo y capacidades de respuesta ante incidentes a nivel de endpoint.
- XDR (Extended Detection and Response): Amplía el alcance de detección más allá del endpoint, integrando red, nube, correo y otros vectores.
- MDR (Managed Detection and Response): Servicios externalizados de detección y respuesta, fundamentales para organizaciones que no cuentan con SOC interno.
En este contexto, el antivirus es una función más dentro de un sistema complejo orientado a la detección proactiva, contención y análisis forense.
Riesgo de una confianza mal depositada
Persisten organizaciones que consideran que una solución antivirus, por sí sola, es una medida de protección suficiente. Esta visión está desactualizada y representa un riesgo estratégico. El antivirus no protege contra:
- Robo o abuso de credenciales válidas.
- Escalada de privilegios y movimientos laterales dentro de la red.
- Manipulación de activos críticos desde accesos remotos.
- Exfiltración de información mediante canales encubiertos.
Centrar la estrategia de seguridad únicamente en tecnologías de protección del endpoint deja expuestos los activos más sensibles de la organización.
Seguridad basada en control de acceso y visibilidad
Las amenazas actuales no se neutralizan únicamente con detección. Requieren control de acceso estricto, segmentación, trazabilidad completa y mecanismos de contención. Soluciones como Endurance, orientadas al control de sesiones privilegiadas, ofrecen una aproximación más efectiva:
- Aíslan el acceso a sistemas críticos mediante conexiones mediadas y blindadas.
- Proporcionan visibilidad total sobre lo que ocurre en entornos IT y OT.
- Limitan el radio de acción de un actor malicioso, incluso si ha obtenido credenciales válidas.
- No permiten conexiones directas entre el usuario y el activo, mitigando riesgos de ejecución de código malicioso.
La seguridad ya no se basa únicamente en identificar amenazas, sino en reducir la superficie de exposición, controlar los accesos y garantizar que cualquier interacción esté registrada, limitada y supervisada.
Integración de antivirus como función dentro de Endurance
En el ecosistema de protección que ofrece Endurance, el uso de un antivirus no se descarta, sino que se integra de forma estratégica. La plataforma permite incorporar soluciones antivirus para escaneo de archivos y contenidos transferidos durante las sesiones remotas, añadiendo una capa adicional de validación antes de que el archivo entre en contacto con el activo protegido. Esta función no depende de un agente instalado en el endpoint del usuario, sino que se ejecuta dentro del entorno controlado y monitorizado de Endurance, garantizando que cualquier archivo —ya sea cargado o descargado— sea sometido a inspección antes de ser autorizado. Este enfoque refuerza la política de zero trust, al no asumir que ningún recurso es confiable por defecto, ni siquiera los archivos que circulan dentro de sesiones aparentemente legítimas.
Conclusión
El antivirus tradicional, como solución autónoma, ya no responde a las exigencias del entorno actual. Ha sido superado por amenazas que evolucionan a mayor velocidad y con mayor sofisticación. En su lugar, han emergido soluciones integradas que combinan capacidades de detección avanzada, respuesta, control de acceso y análisis en tiempo real.
El papel del antivirus debe entenderse como una capa complementaria, no como eje principal de la estrategia de defensa. Para proteger los activos más críticos de una organización, es necesario adoptar una arquitectura de ciberseguridad moderna, basada en control, aislamiento, visibilidad y respuesta coordinada.